Tener hijos y buen sexo
En este interesante artículo se detallan algunas soluciones posibles a los naturales dificultades que trae ser pareja y padre.
En el momento en el que una pareja decide tener hijos, su vida da un vuelco integral que afectará a todos los ámbitos de su vida. Además de que el tiempo que tenían para ellos mismos y su relación queda reducido al mínimo, las cuestiones vitales que surgen cuando se forma una familia provocarán más de un conflicto entre los padres.
Ante esta situación, es normal que las relaciones sexuales disminuyan o incluso desaparezcan durante un tiempo. Pero esto no significa que cuándo se tiene hijos el sexo se termine. Sin embargo, Carme Sánchez, sexóloga y codirectora del Instituto de Sexología de Barcelona, asegura que es mejor estar prevenidos. “Antes de tener hijos, la mayoría de las parejas no piensan en lo que va a significar para su relación: cada vez habrá menos tiempo para cuidarla. Lo importante es estar dispuesto a aceptarlo como algo normal y transitorio que les afectará especialmente cuando los niños sean pequeños”. La actitud será fundamental para sobrellevar este cambio.
Sexo de pasillo
“El sexo comienza antes de meterse en la cama”, recuerda la especialista, por tanto, es fundamental tener una relación de pareja sana para que los problemas sexuales no permeen tanto como para socavar la base de la relación cuando aparecen cambios o conflictos. Según la sexóloga, precisamente porque la gente no suele cuidar sus relaciones, revierte en sus problemas en el dormitorio. Sánchez reconoce que siempre hay parejas con mucha química sexual a las que les va bien aunque “hayan tenido una bronca” pero “son las más que las menos”. Por mucho que se hable de los beneficios del sexo de reconciliación, lo normal, dice la sexóloga, es que la gente se vea incapaz de tener sexo tras una discusión.
En este punto, mantener la complicidad es clave. Sánchez llama “sexo de pasillo” a favorecer muestras eróticas y de estimación durante el día, en cualquier momento y en cualquier lugar: desde caricias a besos o abrazos… Sin olvidar los mensajes picantes y las notas subidas de tono: todos los detalles diarios que sabemos que pueden hacer sentir bien al otro. “Es una cuestión de probabilidad: cuántas más muestras antes, más posibilidades de que nuestra pareja reaccione ante nuestro deseo después”, asegura.
Pautas para conciliar sexo y familia
- Repartir tareas y negociar todo:La especialista indica que existen muchos estudios que demuestran que, con la llegada del primer hijo, las parejas más igualitarias se tradicionalizan: la mujer carga con el grueso de las tareas domésticas y el hombre no lo percibe. “Se trata de mujeres educadas en relaciones igualitarias, por eso se sienten fatal consigo mismas al descubrir que están adoptando roles tradicionales y eso les quita las ganas de tener relaciones sexuales”, razona la experta.
Esto puede darse, tanto porque la mujer está agotada física y mentalmente y se siente incapaz de practicar sexo, como por una suerte de “venganza”. Sánchez reconoce que cada vez encuentra más este caso en su consulta, algo muy pernicioso para la relación. Aunque esta situación es más propia de la mujer, también puede darse en un hombre que lleve más el peso de la casa o del cuidado de los niños.
Según la experta, la solución está en repartir todas las tareas de forma igualitaria. “A veces hay hombres que me preguntan con ironía que si por lavar los platos van a tener más sexo… Pues hay que decir que es probable que sí: todo ayuda”, bromea la sexóloga. Sánchez asegura que muchas parejas abandonan la terapia cuando propone una parrilla de reparto de tareas. “Sus caras de escepticismo son clamorosas porque no imaginan que acudir a un sexólogo por una carencia de deseo significa tener que negociar quién friega los platos”. La experta recuerda una evidencia: tener buen sexo dependerá mucho de cómo se sienta cada miembro dentro de la pareja.
La clave está en negociar todo desde el primer momento, algo nada sencillo. “Es importante recordar que hay trabajos que hace el hombre que son invisibles (llevar el coche al mecánico o a pasar la ITV, por ejemplo) y que las mujeres no aprecian. Por eso hay que poner todo lo que se hace sobre la mesa”, apunta.
- Buscar tiempo para los dos:“En mis años de experiencia como sexóloga, atendiendo a muchas personas y parejas, he llegado a la conclusión empírica que las personas que han visto a sus padres abrazarse, besarse y que dejaban intuir unas buenas relaciones sexuales, suelen tener una vida sexual más sana y saben afrontar mejor las situaciones problemáticas en el ámbito sexual y de pareja”, explica Sánchez.
Es decir, que cultivar unas buenas relaciones afectivo-sexuales con tu pareja, ayudará en la educación afectivo-sexual de los hijos. Aunque sea complicado mantener relaciones con frecuencia en los primeros años de la vida de los niños, es importante mantener unos mínimos que hay que buscar. Eso significa que el sexo se tiene que programar, por poco romántico que suene. “Durante esta época, no hay tiempo para la espontaneidad de antes. Hay que tomarlo como una etapa en la que es necesario agendar las relaciones, al igual que una comida”, argumenta. Si nos incomoda ser escuchados, podemos cerrar con pestillo y utilizar el intercomunicador para ganar en tranquilidad mientras se mantienen relaciones.
La experta recuerda que ser madre o padre no significa dejar de ser mujer, hombre y pareja: “Hoy existe una sensación de hiperpaternidad e hipermaternidad que hace que muchas personas se vean incapaces de dejar a sus hijos solos”. Según la sexóloga, esto es un error que juega en contra de la relación y aconseja dejar a los niños con unos amigos o familiares alguna vez y devolver el favor en otra ocasión. “No pasa absolutamente nada porque durante un par de horas dejes a tu prole abandonada e inviertas tiempo en ti y en tu pareja”, razona. Ante todo, recalca que la pareja es la primigenia y los hijos cuelgan de ella. “Cuando los hijos se marchen, te quedarás con tu relación, es importante haberla cuidado”, advierte.
- Usar el humor: Tras un día agotador, es normal que, aunque se haya planificado una fantástica cena romántica antes de irse a la cama, el alcohol pueda jugar una mala pasada y uno de los dos se quede dormido o que el hombre no consiga tener una erección.Adaptarse y gestionar el humor es muy importante para quitar hierro a las situaciones. “Reírse de una situación que no ha cumplido las expectativas es fundamental”, apunta.
- No ridiculizar: Por el contrario, lo que jamás hay que hacer es ridiculizar el otro con la ironía en público. “Nunca hay que contar esas situaciones a los amigos, ni aunque sea en broma, porque al hombre le puede afectar especialmente”, advierte la especialista. Es importante tratar de ponerse en el lugar del otro en todo momento. “Sobre todo a las mujeres, intento explicarles lo complicado que es ser hombre en estos momentos en los que no tienes control”.
- Un día tú, otro yo:No todas las personas son igual de sexuales y, en este grupo, también se encuentran muchos hombres. “Hay mujeres que quieren una relación muy igualitaria y una muy tradicional en la cama: a los hombres les cuesta entender este cambio de rol tan brusco”, explica la experta. Por una parte, aconseja negociar los encuentros sexuales, según las expectativas del otro, buscando estrategias divertidas. Por ejemplo, si a uno le apetece tener relaciones tres veces por semana y a otro una, acordar dos, y decidir el momento cada vez uno. Por otro lado, Sánchez recomienda que los roles tradicionales se intercambien a veces y que la mujer tome más la iniciativa. “Ante todo, hay que negociar las expectativas: debemos comprender que ni el que tiene más ganas ni el que no tiene tantas es el que tiene el problema”.
- Atajar los problemas cuanto antes: “A veces, parejas que han venido a mi consulta tenían difícil solución porque uno de los dos ya había tirado la toalla. Por ejemplo, si el hombre empezaba a estar dispuesto a cambiar cosas, la mujer le rechazaba por el hecho de que lo hiciese cuando se lo mandaba la sexóloga”, confiesa la experta. Para no llegar a este punto, es importante hablar los problemas desde que se detectan y, si es necesario, contactar con un profesional.