Nuestra sociedad ha idealizado la pasión sexual, como si con ella se pudiera tocar el cielo.
Para darse cuenta basta ver las películas, la propaganda, las revistas o escuchar la música popular, idealizan la pasión sexual en tal grado, que muchas jóvenes parejas impregnadas de esta cultura se han forjado unas expectativas que suelen ser irrealizables.
Aunque no suene romántico, lo que corresponde es entender que las relaciones sexuales, como toda actividad humana bien ejecutada, no necesita magia, requiere entendimiento, meditación, dedicación y trabajo.
Asociada a la misma cultura, existe la creencia de que el sexo, además, tiene que ser siempre pasional, espontáneo y salvaje. Pero eso, en una pareja que lleva más de cinco años junta es, sencillamente, imposible.
Hay que entender que el sexo no es un fin en sí mismo sino un medio para alcanzar una relación plena. La buena noticia es que el sexo no tiene por qué ser espontáneo y pasional, puede ser mejor, dejándose en la apretada agenda el tiempo para una necesaria, agradable y afectuosa intimidad, que luego eventualmente terminará en sexo.
Para reflexionar responde la siguiente afirmación.