Siempre estamos con los hijos, pero los momentos únicos son recuerdos inolvidables, piensa en tus propias experiencias.
Un recuerdo así se puede producir espontáneamente o bien creándolo con un poco de ingenio y planificación.
Por ejemplo, los momentos como los acarreos al estudio, al estadio, a las fiestas, al cine, etc. que podrían ser geniales para:
- Relatar cuentos de familia y de antepasados.
- Como se conocieron el papá y la mamá.
- Del estudio, el trabajo, …
- Noticias recientes, deportes, religión, etc, etc, infinito …
Se puede aprovechar momentos que suelen ser rutinarios, como desayunos, comidas, lavado de dientes, lecturas antes de dormir, etc.; agrégale a la actividad repetitiva afecto y comunicación para matar la rutina.
O bien provoca momentos especiales, como el estudiar juntos, una manera de decir “es importante estudiar”; ir al cine y luego comentar la película, para que no solo sea una actividad pasiva.
Hay momentos sorprendentemente espontáneos en que un papá o mamá atento descubre cuando un hijo se abre, y solo hay que escuchar, no opinar.
Hay grandes momentos, en que todos estamos más dispuestos a compartir, como los días de descanso, de viajes y paseos. Para aprovecharlos hay que planificar actividades que favorezcan la comunicación: por ejemplo, juegos de salón, deportivos, excursiones, fogatas, cantos, cocinar juntos, etc.
Para que los momentos sean especiales es esencial cuidar los detalles -ver la calidad del tiempo-, mientras tanto considere lo siguiente:
- Piensa con frecuencia ¿Qué necesita cada uno de tus hijos para ser mejores personas?.
- Medita un discurso, no espontaneo, con lo que piensas que puede ser útil para tu hijo.
- Conversa permanentemente con tu pareja sobre tus hijos, disminuirán los riesgos de improvisación y desatinos.
Para reflexionar responde las siguientes afirmaciones.