“Cuenta Gorki –escritor ruso– la historia de un pensador ruso que pasaba por una etapa de cierta crisis interior y decidió ir a descansar unos días a un monasterio. Allí le asignaron una habitación que tenia en la puerta un pequeño letrero en el que estaba escrito su nombre. Por la noche, No lograba conciliar el sueño y decidió dar un paso por el imponente claustro. A su vuelta, se encontró con que no había suficiente luz en el pasillo para leer el nombre que figuraba en la puerta de cada dormitorio.
Fue recorriendo el claustro y todas las puertas le parecían iguales. Por no despertar a los monjes, paso la noche dando vuelta por el enorme y oscuro corredor. Con la primera luz del amanecer distinguió, al fin, cuál era la puerta de su habitación, por delante de la cual había pasado tantas veces, sin reconocerla.
Aquel hombre pensó que todo su deambular de aquella noche era una figura de lo que a los hombres nos sucede con frecuencia en nuestra vida. Pasamos muchas veces por delante de la puerta que conduce al camino que estamos llamados, pero nos falta luz para verlo.
Saber cuál es la misión en la vida es la cuestión más importante que debemos plantearnos cada uno, y que podemos plantear a quienes queremos ayudar a vivir con acierto la vocación es el encuentro con la verdad de uno mismo. Un encuentro que proporciona una inspiración básica en la vida, de la que nace el compromiso, el cometido principal que cada persona tiene …”
Fuente: La llamada de Dios de Alfonso Aguiló Ediciones Palabra S.A. 2008 pág. 7 y 8.
Nota: Las notas en letra cursiva son del personal de la Fundación.