Cómo empezar un proyecto en pareja

Cómo desarrollar el proyecto de vida en pareja

¿Estás en una relación de pareja y quieren dar el siguiente paso (ya sea vivir con él/ella o sea que se hable de matrimonio), pero quieren empezar con el pie derecho? A continuación, hablare de lo que deben tener en cuenta para conseguir tener un proyecto de pareja juntos, sin morir en el intento.

Vivir o casarse con la persona que se ama, supone el inicio de un proyecto en común en el que se debe llegar a acuerdos desde un principio, tomando decisiones cruciales tales como dónde vivir y si se desea o no tener hijos, entre otros temas.

¿Sientes que ha llegado el momento de formalizar tu relación con tu pareja, pero no sabes por dónde comenzar o qué hacer? Un día puedes sentir que ha llegado finalmente una relación especial en la que algo diferente sucede, algo que te impulsa a intentar construir una relación duradera, estable, posiblemente algo para toda la vida.

Sin embargo, cabe decir que el proyecto de vida no nace con la pareja, contrario a lo que se podría pensar (ya que todos tenemos un proyecto de vida, antes de estar con una pareja, siendo este proyecto, la forma como nos gustaría vivir). Todos tenemos gustos, ambiciones, sueños, etc., que van modelando las ideas acerca del lugar que ocupa cada cosa en nuestra vida concreta. Todos tenemos ideas sobre lo que significa el trabajo, el dinero y su administración, donde queremos vivir, el estilo y tipo de vida social que queremos llevar, cuantos hijos desearíamos tener (si queremos tenerlos) y todo esto crea poco a poco nuestro proyecto de vida. Cada uno de nosotros, trabaja para que su vida real y su proyecto personal se parezcan y coincidan lo máximo que sea posible.

Al acercarnos a alguien con el objetivo de formar una pareja o tener una relación con alguien, lo que se ha encontrado también son dos proyectos de vida. Para que estas dos personas, se conviertan en pareja, necesitan compartir un proyecto de vida en común, de lo contrario, no hay pareja. Por lo tanto, se estaría hablando de tres proyectos: “el tuyo”, “el mío” y “el nuestro”. Dependiendo de cómo se resuelva la coexistencia de estos tres proyectos, dependerá la calidad de vida de la pareja o la posibilidad de su existencia. Se tiene la creencia de que “el amor lo puede todo” y aunque si hay amor, se puede casi todo, lo cierto es que hay que averiguar si se puede tener o no planes en común como pareja, porque de lo contrario, la pareja no funcionará, por más amor que haya. Para ilustrarlo, se puede recurrir a la siguiente metáfora: “necesitamos averiguar si uno es un pájaro y el otro es un pez, porque un pez y un pájaro se pueden enamorar, pero ¿Dónde van a vivir?”.

Al hablarse de pareja, es necesario tener en cuenta los deseos de cada uno. Generalmente, antes de tomar la decisión de formar una vida juntos, debe transcurre el tiempo suficiente para que salgan a la luz los gustos, las ambiciones y los sueños de cada uno, es decir, los proyectos de vida personales de forma detallada.

Hay ocasiones donde las decisiones que se toman o se van a tomar están claras para la pareja, pero no siempre todo está tan claro: la mayoría de las veces nos vamos dando cuenta del modelo de proyecto del otro a lo largo de la convivencia y es cuando van surgiendo los problemas o el deseo de cada uno donde se define como querer trabajar para lograrlos.

Es importante prestar atención a lo que pasa dentro de nosotros cuando el otro cuenta sus proyectos: tendremos que ver su se parecen, si nos resultan curiosos y nos inquietan o por si, por el contrario, nos generan rechazo. Tendremos que ir descubriendo, poco a poco, cuánto coinciden o no los planes personales en la pareja. De estas coincidencias, surge el proyecto en común. Se podría llegar a pensar que “la pareja ideal, es aquella que tiene proyectos iguales a los míos”, porque no es necesario que sea así: lo que si será necesario es que una parte de los proyectos se solapen, coincidan, formando lo que será el proyecto en común, pero es muy enriquecedor que cada uno conserve una parte personal, lugares donde nutrirse fuera de la pareja, que aporten variación y aire fresco al proyecto en común.

Es crucial que además se acepten las diferencias, de esta forma, no tienen por qué compartirse las aficiones (ella puede distraerse pintando y él puede hacerlo, practicando deporte). Las diferencias, cuando son aceptadas y apoyadas mutuamente, nos pueden enseñar muchas cosas, aunque a veces nos sorprendan o quizás nos asusten. No hay una medida que defina cuánto tiene que coincidir los proyectos personales, para formar uno en común (cuando la pareja está formada por dos personas independientes, probablemente necesiten libertad de movimiento y los proyectos propios ocupen una parte importante y los proyectos en común, una parte más pequeña). Sin embargo, es importante atender cuidadosamente a la armonía de los planes en común (si uno piensa tener hijos y el otro no o si solo uno quiere vivir en el extranjero, la pareja tendrá conflictos y dificultades).

Muchas parejas eligen vivir en pareja, a pesar del gran desafío que esto representa, pero es necesario que la pareja sea un lugar de crecimiento y de expansión personal de los dos. Por esta razón, los planes personales de cada uno necesitan realizarse, al menos parcialmente. De pronto no se pueda dar un crecimiento simultáneo de los proyectos personales, sino uno alternado, pero lo que termina siendo dañino para la relación es que se renuncie totalmente el proyecto personal de uno de los miembros de la pareja (o de los dos), aunque sea de forma voluntaria (o no), en función del otro, porque si uno sacrifica todos los deseos, tarde o temprano eso causará conflicto y “pasará factura”. No puede haber sometimiento o dominación; las parejas que se estructuran de esta manera llevan dentro de sí el germen de su propia destrucción. Esto no quiere decir que uno de los miembros de la pareja no pueda tener una posición de respeto hacia los planes del otro y cambiar proyectos para satisfacer a quien queremos. Pero debe ser un movimiento autentico, desde lo más profundo de corazón y no, una imposición que sea vivida como una tortura. Cuando es una decisión de corazón, la propia postergación de los planes personales se ve compensada por ver feliz al otro, pero si se trata de una imposición y una tortura, tendremos que saber que nadie soporta un sufrimiento eterno.

Preguntas que toda pareja debe plantearse para tener una vida común satisfactoria:

  • ¿En qué parte de la ciudad/ciudad/país viviremos? Deben plantearse si vivirán en el centro de la ciudad o en las afueras, o si se vivirá en el campo o si se van a ir a vivir al extranjero, etc.
  • ¿Tendremos hijos? Es una pregunta crucial para una pareja, porque en caso de que uno quiera y el otro no, puede hacer romper la relación, especialmente si no se discute el tema desde el inicio. Otra pregunta relacionada que es importante plantearse en caso de que sí se quiera es ¿Cuántos hijos tener
  • ¿Cómo emplearemos el dinero y quien lo administrará? Hay muchas formas de organizar la economía de un apareja, aunque en general se deriva de lo que hemos aprendido en el modelo familiar. Otras preguntas fundamentales son: ¿Quién pone el dinero? ¿Trabajan los dos miembros de la pareja o sólo uno? ¿Cómo le sienta a cada uno el hecho de que el otro trabaje o no lo haga? ¿Todo va a un saco común o se establecen economías separadas? ¿De qué manera se deciden los gastos? ¿Cuál es el nivel de independencia para gastar el dinero? Algunas de estas cuestiones podrían parecer triviales, pero el dinero –y el poder que implica– ha originado muchas disputas.
  • ¿Qué lugar ocupa el trabajo? El papel del trabajo, qué lugar ocupa en el día a día y en la vida misma, es un tema que debe hablarse con la pareja, pues el trabajo y el desarrollo profesional se llevan gran parte del tiempo y de la energía de cada uno de nosotros. El resto del tiempo queda para la pareja y todo lo demás, pero los dos miembros necesitan saber si aceptan ese “resto”.
  • ¿Qué vida social queremos? Hay personas solitarias y otras a las que les gusta estar continuamente en contacto con gente, ya sea de forma personal o en fiestas. Si hay mucha diferencia de criterios, uno puede sentirse aislado o invadido, según el caso. Hay que hablar de lo que nos gusta y entender la perspectiva de quien queremos para encontrar un camino de acuerdo.
  • ¿Qué papel tiene cada familia? Es importante observar, de antemano, el papel que ocupan las familias de origen en cada integrante de la pareja, el tipo de trato y el grado de dependencia o intromisión que cada miembro está dispuesto a aceptar. El desacuerdo en este punto suele derivar en una crisis de pareja.
  • ¿Respetaremos la fidelidad? Hay personas que requieren distintos tipos de libertad, que pueden llegar hasta el planteamiento de alguna forma de amor libre. Es un tema delicado y la decisión es muy personal. De todos modos, en el caso de que se exprese la necesidad de este tipo de libertad, el deseo debe ser mutuo y este tipo de “amor de puertas abiertas” debería ser aceptado por ambos previamente.

 ¿Cuándo es un buen momento en una relación para empezar a construir proyectos conjuntos?

El momento correcto para empezar a construir un proyecto en común o juntos, como una pareja como tal, es cuando los dos están preparados para hacerlo, así como ambos deben estar de acuerdo en dar el siguiente paso, sea el que sea (¿tener una mascota juntos?, ¿comprar un apartamento?, ¿tener un carro?…).

El momento correcto, también es aquel en el que han hablado sobre el tema en cuestión y se han dado cuenta de que tienen gustos e intereses afines, si no ¿para qué molestarse en tener un proyecto juntos, si no tienen los mismos intereses y objetivos en común, si no quieren lo mismo?

 ¿Es aconsejable vivir juntos antes del matrimonio?

Se puede decir que si lo que se está pensando es en el matrimonio, efectivamente una decisión razonable, certera y más prudente convivir antes del matrimonio.

Es necesario comprobar si una pareja es compatible en todo los aspectos y sentidos, así como comprobar si tienen o no los mismos objetivos (por ejemplo: ¿quieren o no quieren ser padres?, porque no tiene ningún sentido que se casen o se vayan a vivir juntos si uno quiere ser padre y el otro no, es un tipo de decisión en la que se debe estar de acuerdo totalmente, de lo contrario, la relación estará condenada al fracaso tarde o temprano). Hay que ver si son compatibles en hábitos, rutinas, manías, gustos, etc. Otro ejemplo importante es saber cómo hace las cosas cada uno y cómo le gusta a cada uno hacer las cosas, porque de lo contrario, si se casan y no conviven antes, pueden llevarse sorpresas desagradables cuando ya no haya mucho que hacer, es decir, cuando ya estén casados , por lo que deben saber si son compatibles en todos los sentidos (un aspecto crucial es el sexual, si no tienen sexo durante el noviazgo o antes del matrimonio, ¿Cómo sabrán si son compatibles sexualmente?: puede que uno sea más sexual que el otro o que le gusten cosas que al otro no le guste, por ejemplo, el sexo oral o el sexo anal, que a uno le guste y al otro no uno o ambos aspectos del sexo) o por ejemplo, el simple hecho de usar la crema de dientes de una forma o de otra (apachurrar la crema desde el inicio o desde la mitad) cause molestias y discusiones que se vayan sumando con otras incompatibilidades y termine produciendo la ruptura o la separación de la pareja.

¿Qué tipo de experiencias debe vivir una pareja antes de llevar su relación a otro nivel como vivir juntos o casarse?

Se recomienda que una pareja tenga las siguientes experiencias antes de llevar una relación a otros niveles:

  • Llevar una vida independiente: salir de la casa de nuestros papas e independizarnos es un aspecto fundamentar para lograr una estabilidad emocional, profesional y económica.
  • Tener un proyecto personal: aunque el matrimonio se trata de hacer una vida en pareja, lo más sano o saludable es que cada miembro de la pareja tenga su propio proyecto personal antes del matrimonio, aunque esto puede estar sujeto a modificaciones, pero el respeto y el entendimiento mutuo debe dar pie a que los dos den continuidad a sus objetivos.
  • Se recomienda haber tenido relaciones previas: la probabilidad de fracaso se verá reducida si ya se cuenta con un referente de cómo funcionas dentro de una relación, saber qué esperas del otro y aprender de los errores del pasado. Además, si tienes una historia de relaciones previas, entenderás qué tipo de persona se ajusta más al proyecto de vida en pareja que deseas construir.
  • Viajar: se recomienda viajar, ya sea solo, son amigos o con la pareja, antes de pensar en el matrimonio, en tanto que, aunque un matrimonio no impide planificar y hacer viajes, si lo hará más difícil (ya que debe coincidir los tiempos de ambos, luego vendrán los hijos, la economía puede que no se ajuste del todo por la compra de bienes como casa, carros, etc.).
  • Concretar tu/s sueño/s antes del matrimonio: si tienes un sueño incompatible con la vida en pareja o con el matrimonio, deberías concretarlo antes de casarte (por ejemplo, si quieres vivir un tiempo en el extranjero o emprender en algo que te apasiona). Se aconseja hacerlo y no quedarte con el remordimiento que puede frustrarte después.

¿Qué hacer cuando descubres que tu pareja y tu tienen proyectos de vida diferentes?

Al plantearse temas como “tener hijos”, “cambiar de trabajo” o mudarse de ciudad o país”, te das cuenta de que de pronto tu pareja no encaja en tu proyecto de vida o viceversa.

Puede que poco a poco vayas viendo que las cosas no van en la dirección que te gustaría y vas cediendo, hasta que un día te das cuenta de que tu relación y tus planes de vida caminan en sentido opuesto: no te dan ganas de tener hijos o comprar un aparte o hipotecarte el resto de tu vida o no te gustan los mismos planes de fin de semana que tu pareja.

Por ejemplo, tienen prioridades completamente diferentes y les resulta imposible avanzar o hacer planes a futuro mínimamente coherentes y sientes que pierdes el tiempo con una persona en realidad no te entiende.

Los proyectos de vida adquieren importante alrededor de los 30 años, momento en el que nos planteamos cosas como: tener hijos, cambiar de trabajo, mudarnos de ciudad o cualquier otra decisión que es decisiva para un futuro en pareja.

El motivo más común de conflicto entre parejas el de tener o no tener hijos: normalmente este conflicto se genera porque uno de los miembros de la pareja quiere tener hijos a corto, mediano o largo plazo y otro no comparte esta idea (puede que no quiera en ese momento o que simplemente no quiere tener hijos nunca, momento en que la pareja entra en una grave crisis, provocando hasta la ruptura de esta). Otro posible conflicto que se puede dar en la pareja es el de dónde vivir, por ejemplo, si irse o no a vivir fuera del país.

Puede ocurrir que muchas parejas, después de haber luchado mucho por resolver muchas cuestiones, se dan cuenta de que en realidad no comparten nada. Esto suele ocurrir en parejas con relaciones largas que se han centrado en criar a los hijos, por ejemplo, y en el día a día, en lugar de analizar su relación y ver hacia donde están dirigiéndose.

Por lo general, estos problemas se dan por tres aspectos claves: falta de comunicación, de honestidad y por las dudas.  Es muy importante tener claro qué es lo que uno quiere y muchas veces uno mismo no tiene claro que se quiere o al hablarlo con la pareja, se relativiza y se deja todo en un “bueno, no sé, quizás más adelante” y lo que termina pasando es que, con el paso del tiempo, cuando llega el momento de plantearse la situación, uno de los dos sale con una postura cerrada que su pareja no esperaba y deja pocas opciones a la relación.

Cuando llega el momento de plantearse tener hijos y es el hombre el que no quiere, la mujer se siente estafada por esos años de su vida invertidos en esa pareja y las dificultades y el tiempo que transcurrirá hasta que encuentre otra pareja con la que quiera tener hijos. El problema es que esto suele acabar en ruptura, porque en el caso de que uno de los dos acabe cediendo por la fuera, sentirá mucha frustración y se acabará culpando al otro de lo que se ha perdido o lo que le ha forzado hacer.

Por eso, en estos casos, muchas veces el camino debe ser la ruptura. Para este tipo de situaciones, la mejor solución es ser asertivo desde el principio y decir lo que se quiere o no se quiere, así como despejar las dudas antes de cualquier decisión importante (como el matrimonio, dejar un trabajo, tener hijos, mudarse de un país, etc.).

Para evitar este tipo de situaciones, es necesario reflexionar seriamente sobre lo que se quiere dedicarle el tiempo necesario a hablar del tema desde el principio, así como ser consecuentes y decir la verdad sin relativizar (si no quieres hijos, vivir en otro país, etc., dilo y si no lo tienes claro o tienes dudas, también dilo). Si no se es sincero/a con la pareja, llegará un momento en el que el conflicto surja y la única manera de afrontarlo es superar tus miedos y aceptar tus propósitos, por encima de los de tu pareja. Si es necesario y la incompatibilidad de objetivos o proyectos es muy grande, pues se debe pensar en dejarlo y terminar con la relación.

Generalmente todo este conflicto surge debido a la falta de honestidad no solo con la pareja, sino con uno mismo/a. Si tú mismo/a no sabes qué quieres, ¿Cómo vas a saber si lo que quiere tu pareja es lo mismo que tú?

Por último, tus planes de vida y tu coherencia van primero. Nunca debes anteponer la pareja a tus proyectos de vida, ya que de lo contrario (si antepones la relación a tus deseos), terminarás lleno de frustración y la relación se volverá tóxica. Aunque no sea fácil, encontrar a alguien que se ajuste a lo que en realidad queremos, es la única forma de ser feliz en pareja.

Fuente: https://anaospinapsicologa.com/relaciones/como-empezar-un-proyecto-en-pareja-y-que-hacer-si-no-coincide-tu-proyecto-de-vida-con-el-de-tu-pareja-que-tener-en-cuenta/  Ver <Más información>

 

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