buscando lo que nos une

Buscando lo que nos une

Este artículo en un rápido vistazo (10 min) los elementos que generan conflictos, sus tipos y las condiciones que se requieren para resolverlos con ganancias para todos.

Conflictos de pareja: riesgos y claves de solución

“Cada pareja es un mundo”. Sin duda cualquier psicóloga dedicada a la terapia de pareja es capaz de compartir esta afirmación, yo estoy completamente de acuerdo con ella. Pero también os diré que casi todas las parejas que vienen a consulta lo hacen por el mismo motivo: afrontar conflictos de pareja que no saben resolver. ¡Claro! ¿Por qué otro motivo van a hacerlo?, me diréis. ¿Y si os dijera que, en las primeras sesiones de evaluación, antes incluso de identificar esos aspectos que hacen diferente a cada pareja, me encuentro con un problema previo, que es casi siempre el mismo?

En este artículo quiero hablaros de los motivos que impiden resolver las crisis de pareja. Estos motivos implican a los miembros de la pareja, sus emociones, sus resentimientos, sus prejuicios, sus inercias… y dificultan la puesta en marcha de cambios, del tal modo, que hasta que no se resuelve esa inmovilidad, inacción e incapacidad para cambiar cada miembro de la pareja, para salir de su posición; no es posible trabajar en las soluciones y por tanto, no es posible avanzar y comprobar si el conflicto puede resolverse, si la pareja tiene futuro o no lo tiene.

En los conflictos de pareja hay que salir de la inmovilidad, el reproche y el ‘atrincheramiento’

Conflictos de pareja: Superar las crisis para fortalecer la relación

Los conflictos de pareja son una realidad normal, que ocurren en el ciclo vital de una relación afectiva. Estas dificultades generan en ocasiones desencuentros que tienen un importante alcance: son las crisis de pareja que cuestionan y ponen a prueba la relación.

Aunque la palabra “crisis de pareja” parece tener una connotación negativa, en realidad se trata de un momento vital de la relación de pareja donde se anuncia una “oportunidad” de reflexión y cambio.

Una buena relación de pareja no se construye desde la evitación sino desde el afrontamiento.

Una crisis de pareja es una situación difícil indudablemente, pero también es una ocasión para identificar aspectos emocionales, de conducta y pensamiento, de cada una de las personas que forman la pareja y que se ponen de manifiesto ante los conflictos.

Es una oportunidad para encontrar los verdaderos vínculos entre dos personas que son diferentes (como lo somos todos y todas) y que tienen diferencias en la forma de ver e interpretar la realidad.

En definitiva, es un momento propicio para el autoconocimiento de los miembros de la pareja y en consecuencia de la propia relación.

Una crisis de pareja puede ser una oportunidad para construir una mejor relación.

El autoconocimiento, la clave frente a los conflictos de pareja

Es curioso, pero, cuando acuden a consulta parejas para afrontar una crisis, en la mayoría de los casos, tengo que empezar realizando preguntas que tienen más que ver con cada una de las personas que con su relación:

  • ¿Cómo te definirías?
  • Cuando encuentras algún aspecto de ti mismo (o de ti misma) que no te gusta: ¿Cómo sueles reaccionar? ¿Trabajas para mejorarlo?
  • ¿Qué crees que tendrías que mejorar de ti mismo o de ti misma?

Los conflictos de pareja ponen de manifiesto nuestro escaso autoconocimiento.

El autoconocimiento consiste en identificar cuáles son las propias aptitudes, habilidades sociales, valores, metas e intereses.

Las expectativas sobre uno mismo y las que se tienen sobre la pareja van a ser más ajustadas si me conozco, si conozco mis virtudes y debilidades o dificultades.

Si somos conscientes de nuestras cualidades y de los aspectos que nos caracterizan, podremos manejar mejor los conflictos. Unido a otro aspecto fundamental: comprender y empatizar mejor con nuestra pareja.

¿Quieres hacer un test para ver si tienes la empatía que crees tener?

El autoconocimiento significa identificación, consciencia, pero también acción y cambio.

Las parejas que acuden a consulta se sorprenden al comprobar como mejora la relación, y se superan los conflictos de pareja, justamente cuando se producen cambios y evolucionan cada una de las personas que componen la pareja.

Es fácil comprender esto con algunos ejemplos: ¿Cómo vais a hablar de un problema si uno de los miembros de la pareja no tiene habilidades de comunicación? ¿Cómo afrontar una situación donde una de las personas de la pareja se siente oprimida o condicionada, si no sabe ser asertiva? ¿Cómo ponerse a dialogar sobre un tema si no se tiene autocontrol y se cae en la ofensa y la agresividad?…

Las características de cada miembro determinarán el modo en que se resuelven los conflictos de pareja: su expresión afectiva, la gestión emocional, el estilo de comunicación, el estilo de afrontamiento…

Por ejemplo:

  • La capacidad de regulación emocional influye en el nivel de agresividad en la comunicación.
  • Según la valoración que hagamos de las situaciones se producirá en la persona: enfado, culpa, rencor, celos, no poder perdonar, no poder pasar página…
  • Hay personas en las que el conflicto aumenta la distancia emocional.
  • La asociación de la relación sexual con el afecto: ante los conflictos hay personas que no puede mantener relaciones sexuales.

Os dejo una lista de enlaces a artículos que nos explican e instruyen sobre algunas de las habilidades y capacidades que conviene conocer y adquirir, para la vida, pero también para ser más capaces de solucionar los conflictos de pareja. Recordad, las cualidades se entrenan y adquieren, no son innatas.

  • Empatía
  • Autocontrol emocional
  • Cambio de pensamientos negativos
  • Autoconfianza
  • Chantaje emocional (evitar ejercerlo o sufrirlo)
  • Resiliencia o capacidad para afrontar la adversidad
  • Gestionar la preocupación
  • Adquirir nuevos hábitos saludables o deseables
  • Fuerza de voluntad
  • Autoestima
  • Dependencia emocional (identificarla y gestionarla)
  • Comunicación en pareja
  • Asertividad

3 pilares esenciales en el autoconocimiento

Como podéis ver, son muchos los aspectos que podemos mejorar de nosotras y nosotros, pero creo que se podrían resumir en 3 objetivos esenciales en lo que a la relación de pareja se refiere:

Conócete: Se consciente de ti, valora tus habilidades y destrezas, conoce tus virtudes y defectos, márcate tus objetivos y la forma de conseguirlos.

Acéptate: Consigue estar a gusto con tu imagen, con tu forma de ser. En ningún caso hablamos de ser conformistas o resignarse, se trata de apreciar lo mejor de lo que ya somos y aprender a mejorar o manejar aquello que no sea tan satisfactorio.

Responsabilízate: Asume las responsabilidades de tu propia vida. No dejes que los demás decidan por ti, ni si quiera tu pareja. Es importante que te responsabilices de lo que decides, lo que eliges y lo que haces (así no culparemos a los demás de lo que ocurra).

Los riesgos: motivos que pueden generar conflictos de pareja

La pareja es equilibrio, cada uno mantiene el suyo, pero afecta al equilibrio del otro

Hasta aquí os he hablado de unos aspectos que son esenciales para afrontar los conflictos de pareja: la propias capacidades de cada una de las personas y la voluntad de gestionarlos. Pero es cierto que una pareja son dos individualidades con sus propias biografías, experiencias y personalidades, que interactúan y contrastan necesidades, anhelos, objetivos… En este sentido debemos considerar los problemas como situaciones normales que aparecerán y deben manejarse, de igual modo que manejamos el resto de las dificultades en la vida.

En cualquier caso es muy conveniente saber ajustar expectativas, ser conscientes de las numerosas posibilidades de que se produzcan conflictos de pareja.

Mi experiencia como psicóloga especialista en terapia de pareja me ha permitido identificar las circunstancias o motivos más habituales que generan conflictos de pareja y que conviene recordar para entender esta normalidad de la que os hablo:

  • Circunstancias o acontecimientos que producen cambios vitales: irse a vivir juntos, tener un hijo, trasladarse de ciudad, perder el trabajo…
  • Gestión de asuntos económicos:
    • Desacuerdos en la forma de manejar la economía familiar: “Te gastas mucho dinero”. “Yo gano más que tu”…
  • Emociones de cada miembro de la pareja:
    • Estrés, ansiedad, tristeza, rabia, enfado, miedos…
  • Emociones en la pareja:
    • Sentimientos de que tu pareja es la “culpable” de tu malestar.
    • Sentimientos de incapacidad o indefensión para resolver los problemas.
    • Baja percepción de felicidad y satisfacción en la relación.
    • Falta de deseo de hacer feliz al otro.
  • Falta de interés por estar con la pareja: por miedo en ocasiones a las constantes discusiones.
    • Falta de admiración hacia la otra persona.
    • Sentimientos de celos o de inferioridad con respecto a la otra persona.
    • Pérdida o ausencia de confianza por infidelidad, engaños, etc.
  • Comunicación y empatía:
    • Pocas habilidades de comunicación.
    • Dificultades para empatizar, comprender y acompañar en el sentimiento al otro: “Tu no me entiendes”.
    • Falta de comprensión de la etapa vital que cada uno atraviesa: “Ya no es eres la misma persona, has cambiado mucho, es como si no te conociera”.
    • Falta de comprensión mutua por las diferencias culturales, morales o filosofías de vida.
  • Reproches constantes o quejas de los “defectos” del otro: “Siento que eres egoísta, solo piensas en ti”.
    • Discusiones repetitivas en torno a los problemas sin encontrar soluciones.
    • Disminución o ausencia de conductas afectivas verbales (“te quiero”) o no verbales (besos, abrazos, preparar la cena y cenar charlando juntos).
    • Falta de respeto, de modos y maneras correctas (comunicación “agresiva”).
    • Falta de comunicación adecuada. La pareja adquiere un estilo de comunicación “me callo-exploto”. Tras la discusión aparece una sensación de mejora, pero es transitoria ya que no se resuelve correctamente el problema de base.
  • Relaciones de amistad:
    • Mala relación con las amistades de la otra persona.
    • Deseos de salir más con amigos que con la pareja.
    • Insatisfacción sexual por disminución en la frecuencia o incluso ausencia: “Pienso que no me deseas”, “nunca quieres tener relaciones sexuales”.
  • Conductas que dificultan la relación:
    • Dificultades de conciliación (laboral, social, ocio individual…).
  • Desajustes en la cooperación: “Me encargo de todas las tareas de casa”, “no haces nada”
    • Mala relación con la familia de origen del otro (problemas con familias).
    • Estilos de educación a los hijos o hijas (formas de enseñar, de marcar límites, manejar contingencias: premios, castigos…).

Los pilares de una saludable relación de pareja

Seguramente todos nos veremos reflejados en esta larga lista de posibles dificultades. Eso significará que es cierto en lo que vengo insistiendo: los conflictos de pareja son normales. Lo importante es ir construyendo unos buenos pilares que sostengan nuestro edificio, la pareja. Quiero aquí compartir lo que Walter Riso dice en su libro «Enamorados o Esclavizados», sobre los pilares que hay que tratar de mantener sólidos:

  1. La confianza. “La confianza es la certeza de que el otro nunca te va a hacer daño intencionadamente, si no tienes esta certeza vas mal”.
  2. El erotismo. “Que fluya el deseo por el otro como si fuera un postre”.
  3. La amistad. “Ser compinches, cómplices, tener humor en común y ganas de proteger al otro”.
  4. El afán de cuidado. “Que tu dolor me duela”.

Cuando la pareja cuenta con estos pilares, confianza, deseo sexual, complicidad y empatía, pueden reflexionar juntos, negociar, decidir y fijar nuevos objetivos a través de un proceso de negociación, conciliando los deseos, necesidades y tareas a realizar, de la pareja y la familia.

Las parejas que tienen uno o varios de sus pilares “frágiles” o deteriorados, necesitan repararlos. La falta de confianza, de deseo o la dificultad para empatizar, hacen que sientan un malestar emocional intenso y duradero. En ese estado aparecen con facilidad emociones como el orgullo, el enfado, sentirse engañados, decepcionados o indefensos, emociones que dificultan buscar soluciones y que mantienen los conflictos.

La falta de confianza, deseo o empatía, hacen que se sienta un malestar emocional intenso y duradero

Conclusiones

Las crisis son normales, lo importante es lograr que no afecten al amor o al apego, vínculo que la pareja siente y tiene.

El apego se basa en la confianza y seguridad, si el apego es inseguro habrá distancia emocional, frialdad y rechazo hacia la otra persona, lo que pone en peligro el deseo de que la relación se mantenga.

Cualquier pareja puede pasar por una crisis o tener problemas, conflictos de pareja. Las crisis pueden ser ocasionales o mantenerse en el tiempo sin encontrar soluciones. Llegan sin saber cómo evitarlas y se quedan enquistadas.

Algunos consejos que pueden desactivar esa situación de inmovilidad son:

  • Aceptar a la otra persona, comprender y acompañarle en sus sentimientos.
  • Trabajar cada persona lo que no gusta de la relación de pareja.
  • Descubrir las ventajas que tiene para ti que la otra persona sea como es.
  • Negociar teniendo en cuenta que “si mi pareja gana, yo también gano” y “si mi pareja pierde, yo también pierdo”.
  • Cooperar ambas personas para progresar en la misma dirección.

Si deseamos que dure la vida en pareja tenemos que aprender a tolerar el malestar que generan los acontecimientos y saber afrontarlos adecuadamente, en unión. Supone esfuerzo, dedicación, comunicación, saber negociar, saber perder y ceder, y aprender a aceptar.

Fuente: https://www.areahumana.es/conflictos-de-pareja/#:~:text=Los%20conflictos%20de%20pareja%20son,ponen%20a%20prueba%20la%20relaci%C3%B3n.

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Nota: los párrafos con letra cursiva y o negrillas son de personal de la fundación.

 

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